La leyenda de balam

La leyenda de balam

La palabra o nombre Balam significa “jaguar” en lengua maya. La palabra también es utilizada para hacer referencia a unos seres mitológicos similares a los genios, quienes tenían el deber de proteger las cosechas y los campos. La cultura maya les rendía culto incluso antes de conocer la siembra, por lo que es una de las leyendas más antiguas de esta cultura prehispánica, ya que estos también eran conocidos como los protectores de los campos y las cosechas.

La leyenda de balam

A los balames también se les conoce como los Nukuch (Nohoch) – Uinik, que quiere decir “hombre grande”. Según la tradición popular (especialmente la yucateca), estas entidades protegían también a los hombres y a las milpas. Se dice que había cuatro de estos seres, ya que cada uno de ellos se encontraba localizado en un punto cardinal en específico.

Como dato curioso; el de Yumil-Kol se les aplica cuando protegen las milpas; también es conocido como Bolom o Bahlum.

En la cultura maya, particularmente la yucateca, los Balames son, más en la actualidad, espíritus mayas encargados de proteger a los poblados, a las milpas y a los hombres. De acuerdo a la tradición popular, hay cuatro de ellos para cada sitio, cada uno de los cuales se ubica en uno de los puntos cardinales para llevar a cabo sus funciones de protección.

Suelen aparecer por las noches, aunque algunas veces llegan a manifestarse en el día. Se supone que si alguien tiene un encuentro con uno de ellos, enfermará de espanto; este padecimiento es consecuencia de sufrir un gran susto y se manifiesta con vómitos, diarrea, problemas de sueño, desgano, etc.

En cuanto a su aspecto físico, se creía que eran ancianos con barba muy larga; además, aunque se dedicaban a hacer el bien, su cara era desagradable, por lo que nadie podía mantenerles la mirada.

Su vestuario consistía en un sombrero de ala ancha fabricado con palma, junto con sandalias elaboradas con piel y una túnica flotante. En sus ratos de ocio, los balames gustaban de aspirar tabaco, por lo que se creía que las estrellas fugaces provenían de la colilla de estos.

Existen discrepancias respecto a su altura, ya que se les describe muy altos o muy pequeños.

Su carácter es dual, es decir, hacen el bien, pero no dudan en castigar a los que han olvidado hacerles las ofrendas correspondientes.

Los Balames se clasifican en dos tipos dependiendo de sus actividades.

Los encargados de proteger los pueblos son llamados Balam-cahob que significa Balames de los pueblos o Canan-cahob (guardianes de los pueblos).

Y los responsables de cuidar las milpas son llamados Balam-col.

Los Balames protegen los pueblos y las milpas no solo de humanos y animales dañinos, sino de espíritus capaces de hacer daño; cuando un solo Balam no puede vencer al enemigo en cuestión, chifla pidiendo ayuda al resto de los Balames que, al escuchar el llamado, acuden prestos a auxiliarlo.

Una de las armas que utilizan los Balames son los piliz-dzoncab, que son una especie de proyectiles hechos de piedra obsidiana que arrojan utilizando los dedos. Estos artefactos son muy valorados por los curanderos, ya que los usan para hacer sangrías.

Un dato curioso relatado por varios hábitantes de los poblados más lejanos del estado de Yucatán es, que si el chiflido del Balam se escucha muy lejos, quiere decir que está cerca y en caso de escucharse cerca, significa que está lejos.

Interesante, ¿no?